domingo, 6 de julio de 2014

Ignacio Álvarez Thomas. "De qué te ha servido derramar tu sangre"

Ignacio Álvarez Thomas

"De qué te ha servido derramar tu sangre"

Nuestros héroes de la independencia ahora son avenidas, calles, plazas o parques; o en el mejor de los casos, monumentos, bustos o placas que nos recuerdan con ironía que la fecha de nacimiento y muerte apenas están lejanas por un guión. Nuestros héroes están esparcidos por la ciudad, pero una cruzó fronteras y llegó a gobernar otro país.

Ignacio Álvarez Thomas.

En el año 1824, Ignacio Álvarez Thomas había regresado al Perú como Plenipotenciario argentino para cumplir una serie de actividades políticas y también personales. Una de ellas fue la de visitar el sepulcro de su padre, el intendente español Antonio Álvarez Jiménez. Frente a él, atribulado, recordó aquel momento en que, luego de abrazar la causa independentista, su padre se acercó y diciendo "olvídate de quien te dio el ser después de Dios" le dio la espalda. Recordó también a Doña María Isabel Thomas Ramzé, su madre, que confundida y exigiendo razones le dijo "de qué te ha servido derramar tu sangre, estar cubierto de heridas, si ahora te cubres de infamia". Y entonces algún dolor habrá sentido, algún resentimiento que lo obligara a pensar en retirarse, dejar de lado el pasado para seguir hacia delante. Pero siempre sucede que un segundo antes de abandonar la escena se viene a la conciencia la certeza de que los recuerdos son precisamente recuerdos en la medida que estos no apresan sentimientos. Un segundo antes de partir se recuerda que no se es prócer sin antes haber sido hijo y niño. Y así se vienen a la memoria los años en Buenos Aires, la fugaz estancia en Lima y los primeros juegos de infancia en Arequipa.

Pero de esa primera etapa en Arequipa no hay datos, dice Eusebio Quiroz Paz Soldán, el historiador arequipeño que más se ha preocupado por el tema, y quien tiene algunos artículos publicados sobre él en su reciente libro Para Enseñar la Historia del Perú (2008).

Su infancia, llena de esta ciudad, por tanto, podría ser motivo para la fábula, pero esa es una licencia que no puede permitirse la historia. Para la historia, Ignacio Antonio Faustino Pascual Álvarez Thomas nació un 17 de febrero de 1787 y la ceremonia de bautizo se llevó a cabo en la Iglesia Del Sagrario, hoy La Catedral de Arequipa. Luego de aquel acto se levanta un manto de nieblas que cubre la infancia seguramente correteada en las calles virreinales de Arequipa. El rastro aparece nuevamente en Lima, cuando a la edad de 8 años se hace Estudiante Cadete en el Regimiento de Milicianos de esa ciudad. Tres años después parte su familia hacia España vía Buenos Aires. Y debido a un temporal en el Atlántico, el intendente Antonio Álvarez Jiménez decide dejarlos por un tiempo en esa ciudad. Al volver, es Gobernador de Chile y toda su familia parte hacia allá, quedando solo Ignacio, a sus cortos 12 años, en el Regimiento de Infantería de Buenos Aires al cargo y mando del virrey Sobremonte.

Las primeras heridas en su cuerpo fueron por causas realistas. Tenía 19 años y defendía Montevideo del asalto inglés. Pero pocos años después, embebido en los discursos proclamados en la Revolución de Mayo de 1810, Álvarez Thomas decidió dejar su abolengo español para convertirse en un criollo dispuesto a dar la vida por la independencia. Así, el 6 de mayo de 1815, el Cabildo de Buenos Aires, luego de una larga serie de acontecimientos políticos y militares, proclama al Coronel Mayor Don Ignacio Álvarez Thomas como Jefe Supremo del Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas del Río de la Plata; o lo que es lo mismo para efectos prácticos, cumplió el más alto cargo en el periodo en que Argentina buscaba un régimen adecuado para su país. Su labor en ese cargo, aunque corta, fue intachable y se distinguió por la sagaz capacidad para dirigir los destinos de la América independentista, causa que defendía con firme decisión.

Él fue quien apoyó plenamente a don José de San Martín cuando éste pedía licencias para trasladarse hacia otro lugar y fue él también quien avizoró que la victoria no podría lograrse por el Alto Perú y que los esfuerzos de la Junta de Buenos Aires por enviar auxilio a esa zona eran vanos. Él fue quien dijo que la "reconquista de Chile debe mirarse como un punto esencial a la libertad de América", y esa libertad tenía que venir por la ruta costera del océano Pacífico y no por el Alto Perú. Solo a él se le ocurrió formar en plena guerra la Sociedad Filantrópica de Buenos Aires para la educación y luego la Academia de Matemática. Como último acto bajo su dirección convocó a elecciones para diputados al Congreso Nacional, con la misión de aprobar la constitución y proclamar la independencia argentina. El 24 de marzo de 1816, el coronel mayor Ignacio Álvarez Thomas renunció a su cargo, reconociendo al Congreso convocado por él, como el primer poder de la patria.

Lo demás es historia. En 1818, atravesando los Andes, llega la independencia de Chile y luego en 1824, tras la batalla de Ayacucho, la independencia del Perú y de América. Fue en ese mismo año que Álvarez Thomas regresa a su patria como Plenipotenciario argentino y entre sus diversas actividades lleva a cabo una visita al sepulcro del intendente español Antonio Álvarez Jiménez. Frente a su padre, esta vez no hay malos recuerdos, sólo el honor puesto en cada una de sus acciones. Tampoco hay pasado y no se arrepiente de sus heridas por la causa americana, solo se avizora el futuro y aún le quedan fuerzas para seguir adelante

Ahora Álvarez Thomas es la calle donde en la primera cuadra se encuentra el refugio de la vieja aristocracia arequipeña y en la quinta el lugar donde no se encontrará damas de apellido, como en la primera, sino vinos y piscos en damajuana. Y sabiendo esto, retumban las palabras de su madre "de qué te ha servido derramar tu sangre". (Arthur Zeballos)

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